Cada año se pierden en el mundo cerca de 13 millones de hectáreas de bosque como consecuencia de la acción humana. La reforestación es una de las principales soluciones frente a la disminución de la vegetación en todo el planeta -o su crecimiento de forma artificial-, como parte de las causas del cambio climático. Un proceso con objetivos tan variados como el aprovisionamiento de agua, la protección de suelos o la preservación de la biodiversidad, entre otros.
Como recompensa, la preservación de las masas forestales aporta a la población lo que llamamos servicios ecosistémicos. Es decir, una serie de beneficios que influyen en aspectos tan variados como nuestra salud, la bioregulación o el acceso a los espacios naturales. En este sentido, también cabe recordar que la protección del suelo mediante la integración de vegetación ayuda a fijarlo y a limitar su erosión.
El aprovisionamiento es otra de las grandes consecuencias de la reforestación. No sólo a efectos productivos, como sucede con la obtención de biomasa -una fuente de energía limpia y renovable- o la madera, sino también a nivel hídrico.
Y es que la calidad y la cantidad del agua depende de su filtración en los bosques a través de las raíces de los árboles y de la evapotranspiración a través de sus hojas. Si a esto añadimos la absorción de CO2 para convertirlo en oxígeno, un proceso natural que se explica mediante la fotosíntesis de los árboles, parece evidente la necesidad de la preservación de masas forestales en el mundo.
Frente a esta urgencia, España se ha posicionado como uno de los países que más acción está tomando a nivel mundial. Si bien es uno de los territorios más afectados por los incendios, somos el segundo país de Europa con mayor porcentaje de masa forestal, y uno de los pocos en todo el mundo que ha logrado aumentar estas cifras a lo largo de las últimas tres décadas.
Y es que para alcanzar las metas que se plantean desde los estamentos científicos es imprescindible la colaboración entre el sector público y privado, un conocimiento exhaustivo de las características y necesidades de cada terreno y la búsqueda de soluciones a los posibles hándicaps que surjan en este proceso. Sin ir más lejos, existe un elemento verdaderamente preocupante en esta ecuación, como es el plástico.
Los protectores de plástico, el gran problema de las reforestaciones
El uso de plástico en las reforestaciones genera un dilema considerable en todos los actores implicados en la iniciativa, donde resulta tan necesario como contraproducente. Vayamos por partes: por un lado, la protección de los plantones -donde el plástico es el material más recurrente- se antoja fundamental para su supervivencia y, por tanto, para el futuro de cada uno de los árboles que conformarán el nuevo espacio, especialmente en aquellas ubicaciones en las que la presencia de herbívoros, domésticos o silvestres, con especial atención al conejo. Por otro lado, todos conocemos los efectos del plástico a nivel medioambiental.
¿Por qué proteger los plantones en una reforestación?
Tanto en este ámbito como en el de la agricultura surge un problema con no demasiadas soluciones: la fauna presente en la zona de plantación. Aunque son muchos los animales que pueden entorpecer el proceso, los conejos son el principal enemigo de las reforestaciones en curso, ya que se alimentan de las hojas y roen el tronco de los pequeños árboles, llevándolos a la desaparición en muchos casos.
Los protectores de plástico han supuesto un alivio en muchas plantaciones al hacer de barrera entre el árbol y los roedores. Sin embargo, la contradicción en este sentido es evidente. ¿Hasta qué punto tiene sentido utilizar un material contaminante y no biodegradable en un proceso cuyo objetivo principal reside en la lucha contra el cambio climático? ¿Qué sucede con ese plástico de un solo uso cuando crecen los árboles y deja de ser útil? Y, sobre todo, ¿realmente no existen alternativas a este tipo de soluciones derivadas del petróleo?
Efecto de la degradación de los protectores de plástico en el monte.
Una solución 100% sostenible para las reforestaciones
Desde la empresa ilicitana Cuidatree, afincada en el Parque Científico de la Universidad Miguel Hernández, proponen una solución natural, reutilizable, reciclable, biodegradable y compostable para la protección de plantones en la reforestación y la agricultura. ¿El material empleado en su fabricación? Un tipo de fibra de madera que no sólo cumple con todas estas características esenciales para el medioambiente, sino que ofrece otras mejoras en el crecimiento de los plantones.
En palabras del creador del producto y CEO de Cuidatree, Pedro Fluxá, “los protectores de fibra de madera han dejado atrás otros inconvenientes provocados por el plástico en las reforestaciones, como la acumulación de humedad en la base del tronco, que genera la aparición de hongos, o las variaciones de temperatura hasta niveles insoportables para la planta”. De hecho, define el material, que ya ha sido utilizado en muchos de estos procesos a nivel nacional e internacional, con características como “antifrío, anticalor y antihumedad”.