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MILDIU DE LA VID

MILDIU DE LA VID (Plasmopara viticola Berl. y de Toni)

Información sobre el Mildiu de la Vid y medidas de protección ante estas enfermedades.

Descripción:

El mildiu es una enfermedad causada por un hongo, Plasmopara viticola, que es un endoparásito obligado. El hongo inverna fundamentalmente en forma de oospora en los restos vegetales del ciclo anterior. En primavera, cuando la temperatura es superior a 13ºC y se producen lluvias superiores de 10 mm., las oosporas germinan y emiten esporangios que diseminados por el agua y el viento, llegan a las partes verdes de la planta liberando las zoosporas. Estas esporas penetran en los tejidos de la planta a través de los estomas dando lugar a un micelio intercelular y a la conocida como contaminación primaria. Tras la fase de incubación se hacen visibles en el envés de las hojas las fructificaciones o conidios del hongo que producirán las contaminaciones secundarias que se irán sucediendo a lo largo del período vegetativo. La gravedad de los ataques de mildiu en vid viene determinada principalmente por las condiciones ambientales, además de la sensibilidad varietal.

MILDIU DE LA VID (Plasmopara viticola Berl. y de Toni)

Síntomas y daños:

El hongo ataca a todos los órganos verdes de la vid, principalmente a las hojas y racimos. En primavera y con condiciones favorables, se puede producir la infección primaria, visible por la conocida “mancha de aceite” en el haz de las hojas y pelusilla densa y blanquecina en el envés, correspondiente a la esporulación del hongo. Las infecciones secundarias que, según las condiciones climáticas, se suceden a continuación, presentan la misma sintomatología. Al final del período vegetativo estas manchas se tornan angulares, en forma de mosaico y de color pardo-rojizo. Las hojas infectadas severamente por lo general caen repercutiendo en la cantidad y calidad de la cosecha. En racimo, las flores y granos recién cuajados son muy sensibles, presentando en caso de ataque la citada pelusilla blanquecina. Durante este período, los racimos atacados en el raquis, se curvan en forma de S y se acaban secando de forma parcial o total. A partir del estado fenológico de grano tamaño guisante, los ataques presentan una sintomatología distinta: los granos se arrugan y desecan, y no hay esporulación, lo que se conoce como mildiu tardío o larvado. A partir del envero, el racimo no es sensible a la enfermedad.

Periodo crítico para el cultivo:

El período floración-cuajado, estados fenológicos I-J, es especialmente sensible al ataque del hongo. En condiciones de elevada humedad, especial atención en la cornisa cantábrica, es conveniente mantener protegido el viñedo desde el estado fenológico E hasta el envero, y a partir de la detección de la primera mancha. Como se citaba anteriormente, a partir del envero el racimo deja de ser sensible a la enfermedad.

Seguimiento y estimación del riesgo para el cultivo:

El mildiu es un hongo de biología bien conocida. Para seguir la evolución del hongo es recomendable realizar el estudio en laboratorio de maduración de las oosporas (estructura invernal) y, en cualquier caso, constatar la contaminación primaria en campo, a la que posteriormente seguirán las contaminaciones secundarias. A modo orientativo, la infección primaria suele producirse en primavera, cuando ocurre lo que se denomina la “regla de los tres dieces”: la temperatura es superior a 10-12ºC, se producen lluvias superiores a 10 mm. y los brotes de la viña tienen entre 10 y 15 cm. Posteriormente, tras las fase de penetración del hongo en el tejido foliar (proceso invisible a simple vista) se producen, en condiciones favorables, la esporulación con la aparición de las fructificaciones o conidios en el envés de las hojas y las “manchas de aceite” en el haz de las hojas que hacen visible la contaminación primaria.

Durante todo el período vegetativo, en la medida que la temperatura y humedad (agua líquida de lluvia o de rocío) sean favorables a la enfermedad, se producen nuevas esporas que propagan la enfermedad, dando lugar a las contaminaciones secundarias. Las variables climáticas que determinan estos procesos: temperatura, humedad relativa, humectación foliar y lluvia pueden ser aportadas por estaciones meteorológicas que junto con los modelos matemáticos de predicción del comportamiento de la enfermedad aportan información sobre el riesgo de infección primaria y secundaria. La toma de decisiones requiere que los modelos predictivos que se utilicen estén comprobados y que sus predicciones se ajusten bien a la zona, comarca o región a la que se apliquen.

Medidas de prevención y/o culturales:

Los desnietados y despuntes, así como los deshojados realizados tras la floración y cuajado, favorecen la aireación de los racimos, disminuyen el riesgo de contaminación del hongo y favorecen la acción de los fungicidas aplicados. En caso de mantener las filas enherbadas, realizar desbrozados frecuentes. No labrar durante la floración.

Umbral/Momento de intervención:

Con carácter general, a inicio de floración se puede realizar una aplicación preventiva y durante el resto del cultivo, tratar de forma preventiva si las condiciones meteorológicas son favorables para el desarrollo de la enfermedad. Atender a las indicaciones de las Estaciones de Avisos Agrícolas o de los Servicios de Sanidad Vegetal de cada zona, que determinarán las condiciones de riesgo mediante la utilización de estaciones meteorológicas automáticas y de modelos epidemiológicos de predicción de infecciones. En zonas en que las condiciones de humedad bien por lluvia o por rocío son constantes, por ejemplo en la cornisa cantábrica, el riesgo es continuo.

Medidas alternativas al control químico:

Para minimizar el uso de los medios químicos, hay que considerar las medidas de prevención y/o culturales, pudiendo ser alternativas al control químico.

Medios químicos:

Entre los productos autorizados se incluyen fungicidas sistémicos, penetrantes y de contacto. Los productos de contacto son preventivos y pueden aplicarse en cualquier momento del ciclo siempre y cuando se tenga en cuenta que se lavan tras lluvias superiores a 15-20 l/m2 . Los productos sistémicos y penetrantes es conveniente utilizarlos también de forma preventiva, aunque tienen poder de detención del desarrollo del micelio del hongo durante la primera fase del ciclo. En zonas de primaveras lluviosas con riesgo de infección y coincidiendo con un momento en que la cepa está en una fase de rápido desarrollo, es interesante el uso de fungicidas sistémicos y penetrantes. Estos fungicidas no requieren de la repetición del tratamiento si transcurren cuando menos 1-2 horas entre su aplicación y la lluvia. A partir del envero el racimo no es sensible a la enfermedad por lo que no será necesaria la aplicación de tratamientos, salvo para proteger la hoja en caso de fuerte presión del patógeno. Es importante alternar el uso de productos de familias distintas para evitar la aparición de resistencias.

Bibliografía:

Para más datos, consultar: “Los parásitos de la vid. Estrategias de Protección Razonada”. Coedición MAPA y Ediciones MundiPrensa. 5ª edición, 2004. “Plagas y enfermedades de la vid”. Libro de The American Phytopathological Society publicado por Ediciones Mundi-Prensa, 1996.

PROTECTORES RECOMENDADOS PARA VIña

Variedades: Bobal, garnacha Tintorera, Macabeo, Tempranillo, Cabernet Sauvignon.

Protectores Cuidatree recomendados para vid:

    • 35×20 perforado
    • 50×14 perforado,
    • 60×14 perforado.